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Quiero dejar aquí una selección de nueve poemas del libro « En el ángulo incierto del espacio«, donde pretendo construir versos a partir de la emoción que los espacios me provocan. No es más que una lectura sensual de los lugares que encuentro a mi paso. En ellos se vierte el hecho mismo de construir un poema, intentando mostrar lo que es para mí el poema, de donde surge, el lugar que ocupa, por dónde se expande, el efecto que produce…

2 dos


BULLEN los versos
aclarando el gris de la mañana.
Las palabras se recomponen
dando color a los espacios.
Un frío extraño recorre la plaza,
huele a nublado con intento de lluvia.


El poema se levanta en el silencio,
en la ternura que el deseo despeja.


Nada sucede sin el recuerdo de tu risa
que abunda en el suspiro de mis manos.
No hay distancia que borre este misterio,
el calor de tu cuerpo en mis palabras,
un poema deslizándose por tu espalda.


Hay un rastro de luna, un sonido amargo
que se une al bullicio de la gente.
Sigo buscando tu voz entre mil voces
despertando mi anhelo.


Y habrá un poema cosido a la mañana,
unos versos que perdonen
la insolencia de los ruidos

4cuatro


LA luz temprana besa
la mugre de los tejados,
mi angustia
el vértice del poema.


Por los balcones se cuelga
una primavera herida,
un verso extraño,
mitad mudo mitad loco.


Frente a este paisaje,
desde donde miro y te reclamo,
deseo curar la confusión del día,
el clamor de los momentos sin nombre,
ese resto de caos primordial
que, a veces, me habita.

12doce


POR los rincones de las aceras
naufraga mi vida.
Un olor a dejadez lo invade todo.


Miro,
la extrañeza se apodera de mí.
Como loco huyo buscando refugio
en las sílabas de un verso
inalcanzable.


No me salva el poema sino me salvo
de ese querer volar en lo imposible.
Cómo renunciar a la máscara de lo retórico
sin romper la palabra
y dejar que surja
la esencia del verbo.


Por los parterres de mi jardín brota
un cierto aroma a tierra mojada.
Existo en este despojo íntimo
donde renAcer es vivir sin más.
Por fin, respiro el barro
en las ra í ces del poema.

15quince


ESTE ácido hedor a soledades
ha quebrantado el día,
este olor a silencio e intimidad
que habita en las entrañas del misterio.


Solo me queda hoy
la emoción de soñarte
al fundirte con los versos del poema.


¿Cómo entender este aroma a intimidad,
y a silencio que habita en las entrañas del misterio?

23 veintitres


QUISE escribirte un verso
y el poema se deshizo en la pared.
Sílaba a silaba,
los gestos se ocultaron en el trazo
casi un garabato de amor.


Un graffiti revela otro lugar,
una voz inevitable
que no resiste la mirada
de un verso navegando en el vacío-

24 veinticuatro


ABANDONO mis poemas
entre las hojas secas del jardín.
Los versos descansan
en el ángulo incierto
donde mi voluntad renuncia a ser.


Hoy no es el mejor día para escapar.
Cómo me alegra sentir que estás aquí.
Alzo la voz. Respiro las palabras
que señalan un camino
y el lugar del encuentro.

27veintisiete


EN la dureza del laberinto callejero,
donde los versos acechan
el sentido de tu huida,
reclamo la piedad de las palabras
y me someto
a la esclavitud dorada del poema.


En este espacio de emociones
los versos navegan, borrachos,
sin encontrar el reposo
que nos exige la estrofa.
Y entre tanto, tú entregada
al capricho de desaparecer.


Es posible que me encuentres
por esta amada confusión
mientras tú te me escapas
por los vastos rincones de la pasión,
donde te anhelo.

35treinta y cinco [el lugar del verso libre]


POR QUÉ vivir en un espacio acotado,
en las fronteras de lo perfecto.


Por qué acomodar mis versos
a reglas, a la fría medida,
a la estrechez de los dictados
extirpando el alma de la palabra.


Frente al vértigo creador de los malditos,
rompí las ataduras del poema.
Y mis versos anárquicos, borrachos,
me hicieron libre ante una creación sin igual.


36 treinta y seis


A contracorriente,
en medio de la asfixia y la costumbre,
voy tejiendo las palabras que se rompen
hasta dejar que mi verso diga
lo que el sentimiento desea y la razón no sabe.


A contracorriente el poema,
mínimas expresiones,
amantes, olvidadas,
que la memoria me regala, de forma inoportuna,
en este hogar donde tú y yo, sin fin, sobrevivimos.

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