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La madrugada se puebla de silencios
y pensamientos que socaban mi descanso.
No puedo acallar mi cabeza y
dar la espalda, a los deseos de escribir.
Hay tanto acumulado en ella y
tantos latidos por poner sobre el papel…

La noche se desliza con tal sigilo
que sin darme apenas cuenta,
la mañana clarea a través de los cristales.

Hubiera querido arreglar el mundo en esta noche,
ponerle las cosas claras a este
corazón mío,
pero mi alma y mi razón
no se ponen de acuerdo,
teniéndome muchas noches
en vela.

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